La regulación emocional
¿Qué es la regulación emocional?
La regulación emocional es crucial para el bienestar psicológico, nos permite manejar el estrés, mantener relaciones saludables y tomar decisiones de manera efectiva. Es una habilidad que depende, tanto de nuestro desarrollo madurativo como de nuestro aprendizaje en el cual padres/madres y figuras de apego principales van a ser esenciales.
Los seres humanos nos corregulamos, es decir, gestionamos nuestras emociones con ayuda de otros. Esto es especialmente cierto durante la infancia, en la que los adultos de referencia actúan como intérpretes del mundo y las emociones de niños y niñas. Por tanto, el estado de ánimos de los cuidadores principales, influye en el estado de ánimo de los más pequeños, es más, la forma de gestionar emociones del adulto será el referente a seguir por la niña o niño. Por ello, es importante potenciar nuestra gestión emocional y autorregulación: mejorará el ambiente en el hogar y la relación con los más pequeños.
¿Cómo podemos controlar nuestro estrés, enfado, ira, etc. con nuestros hijos?
- Tomando conciencia de la emoción que aparece en cada momento
- Identificando qué emoción es (poniéndole nombre)
- Aceptando el sentimiento (sin juicios ni valoraciones)
- Integrando el sentimiento como una parte de nuestro ser, no somos la emoción es un estado pasajero que forma parte de nosotros al igual que los muebles de una casa no son la casa
- Generando una conducta adecuado y sana ante esa emoción
¿Cómo trasladar la regulación emocional de la teoría a la práctica?
1.- Utiliza la técnica de la tortuga
Esta técnica consiste en mantenerse al margen del conflicto hasta que sepamos cómo vamos a manejar la situación. Contar hasta 10 funciona para tranquilizarte y tomar las riendas desde la calma. Y cuando estés preparado/a, coméntalo.
2.- También funciona muy bien la opción de pedir ayuda al peque
Así lo implicamos en nuestras emociones. Por ejemplo, podemos decirle:
“Ver todos los juguetes tirados me hace sentir enfado. Qué crees que podría ayudarme a que no me enfade tanto”
3.- Utiliza una comunicación más directa y concreta
Con el hecho que se está produciendo. Por ejemplo, en lugar de decir: “Siempre llegamos tarde por tu culpa», puedes decir:
“Me estoy enfadando porque vamos a llegar tarde”
4.- Reconoce los sentimientos del niño, si aparece la ira o el enfado, no la niegues
Ponle nombre, y ayúdale a encaminar ese sentimiento buscando una solución o alternativa. Podemos decir algo así como:
“Te veo muy enfadado porque…” “Veo que estás tan enfadado como lo estoy yo, te parece si….”